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24 Jul


Cada año, el mes de septiembre se convierte en un recordatorio mundial sobre la importancia de cuidar nuestro corazón. Instituciones de salud, sociedades médicas y profesionales de todo el mundo se unen para promover la conciencia sobre las enfermedades cardiovasculares, principales causas de muerte a nivel global.

Lejos de ser un tema exclusivo de los cardiólogos, la salud cardiovascular es responsabilidad de todos: médicos de distintas especialidades, personal sanitario, gestores de salud pública, y por supuesto, de cada paciente. Prevenir, detectar a tiempo y tratar adecuadamente las afecciones del corazón puede cambiar el rumbo de millones de vidas.

En este contexto, septiembre se convierte en un mes clave para reforzar mensajes fundamentales: promover estilos de vida saludables, reducir los factores de riesgo y, sobre todo, educar a la población y al personal médico sobre estrategias efectivas de prevención.


¿Qué es la Prevención Primordial?


Aunque muchas personas están familiarizadas con términos como prevención primaria o secundaria, existe un concepto aún más avanzado y visionario en el cuidado de la salud cardiovascular: la prevención primordial.
La prevención primordial se enfoca en evitar la aparición de los factores de riesgo antes de que estos se desarrollen. Es decir, no se trata solo de tratar la hipertensión, el colesterol elevado o la diabetes, sino de evitar que estas condiciones aparezcan. Esto implica actuar desde edades tempranas, creando entornos saludables, fomentando la buena alimentación, promoviendo la actividad física, evitando el tabaquismo y cuidando la salud mental.


Por ejemplo, si un niño crece en un ambiente donde se practica el deporte, se come de forma equilibrada y se prioriza el bienestar emocional, tendrá menos probabilidades de desarrollar obesidad, hipertensión o diabetes en la adultez. A esto se refiere la prevención primordial: actuar antes de que el daño comience.
La diferencia es crucial y es un cambio que podemos lograr interviniendo y cuidando a nuestros niños. Mientras la prevención primaria busca evitar la aparición de la enfermedad en personas con factores de riesgo ya presentes, la prevención primordial busca evitar que esos factores de riesgo existan.


Los sistemas de salud actuales, tanto públicos como privados, suelen concentrarse en tratar a los pacientes ya enfermos. Pero el verdadero cambio en la salud pública se logra actuando antes. Reducir los factores de riesgo en la población general tiene un impacto mucho más amplio y sostenible. Además, es costo-efectivo: prevenir es siempre menos costoso que tratar complicaciones.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el 80% de los infartos y accidentes cerebrovasculares prematuros se pueden prevenir. Esto solo es posible si implementamos políticas claras de prevención y si los profesionales de salud, especialmente los cardiólogos, asumimos un rol proactivo en la educación y promoción de la salud.


En muchos países, los cardiólogos y subespecialistas suelen estar concentrados en la atención privada, lo cual es comprensible debido a la alta demanda, el desgaste físico y emocional que implica la práctica médica y las condiciones laborales en los sistemas públicos. Sin embargo, existe un llamado ético y social a equilibrar esta práctica con un compromiso hacia la salud pública, sobre todo en regiones donde el acceso a la atención cardiovascular es limitado.


La doctora Gloria O’Neill De Gracia, cardióloga joven especializada en imagen cardíaca y dedicada a la cardiología clínica, ha expresado claramente esta visión. Su pensamiento central gira en torno

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