La frecuencia ideal puede variar según el tipo de deporte y la intensidad del entrenamiento, pero en la mayoría de los casos se sugiere al menos una revisión anual, y en atletas de alto rendimiento, evaluaciones más frecuentes, como cada seis meses.
Estos chequeos permiten identificar riesgos antes de que aparezca el dolor y optimizar el plan de entrenamiento, ayudando al atleta a mantenerse saludable, fuerte y competitivo durante toda la temporada
