Hoy en día la mayoría de las personas pueden aspirar a vivir más allá de los 60 años, Las personas mayores hacen aportes en el seno de sus familias, en la comunidad o en la sociedad en general. Las oportunidades que tengamos de envejecer en óptimas condiciones, dependerán en gran medida de algo fundamental: nuestra salud. Estos años de vida adicionales, se viven de manera saludable, la capacidad para hacer lo que valoran y les gusta, no tendrá límites; pero si esos años se caracterizan por disminución de la capacidad física y mental las consecuencias serán negativas.
Envejecimiento saludable se define como el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez. La capacidad funcional comprende los atributos relacionados con la salud que permiten a una persona ser y hacer lo que es importante para ella. Se compone de la capacidad intrínseca, que son todas las capacidades físicas y mentales con las que cuenta una persona, y las características del entorno, que comprende todos los factores del mundo exterior que forman el contexto de vida (el hogar, la comunidad, la sociedad, las relaciones personales, los valores y actitudes, las políticas de salud y sociales). El bienestar abarca la felicidad, la satisfacción y la plena realización.
La mayor carga de morbilidad en la edad avanzada se debe a enfermedades no transmisibles, por lo tanto el manejo en los factores de riesgo son importantes en la promoción de la salud. Las estrategias para reducir la discapacidad y la mortalidad deben comenzar a una edad temprana y continuar a lo largo de la toda la vida. El control de la presión arterial, mejorar la nutrición y dejar de fumar, disminuyen el riesgo cardiovascular e inclusive algunos tipos de demencias.
Estudios han demostrado que las personas que dedican 150 minutos por semana a realizar actividad física de intensidad moderada presentaban una reducción del 31% de la mortalidad, siendo el beneficio superior en los mayores de 60 años. La actividad física preserva la fuerza muscular y la función cognitiva, reduce la ansiedad, la depresión, mejora la autoestima, reduce el riesgo de cardiopatía coronaria, diabetes, enfermedad cerebrovascular, mejora la respuesta social facilitando una mayor participación en la comunidad, mantiene las redes sociales y vínculos intergeneracionales. Se recomienda a los adultos mayores con problemas de movilidad que comiencen por aumentar su fuerza y mejorar su equilibrio antes de emprender rutinas aeróbicas. Las actividades aeróbicas recomendadas son la caminata, natación y la gimnasia en el agua. La actividad para fortalecimiento muscular es el levantamiento de pesas, para flexibilidad los ejercicios de estiramiento y el entrenamiento del equilibrio se logra con el Tai Chi.
La alimentación adecuada es una dieta rica en fibra y baja en grasas saturadas, que disminuye el riesgo cardiovascular y la mortalidad. Esta es la dieta mediterránea que consiste en alto consumo de cereales, pan, arroz, papa, frutas, verduras, legumbres y frutos secos, el aceite de oliva como grasa principal y lácteos como leche, yogur y queso. Moderado consumo de pescado, aves y vino y bajo consumo de huevos, dulces y carnes rojas.
En las personas mayores se debe fomentar la comunicación y los encuentros con personas de la misma edad o de otras generaciones, participar en talleres de pintura, literatura, artesanías, teatro, o música, adquirir nuevos conocimientos y/o habilidades, realizar trabajo solidario en alguna institución o parroquia y ejercitar la memoria mediantes crucigramas, juegos de ingenio o, lectura de libros.
Aplicando estas acciones se logrará una mejor calidad de vida, con menor probabilidad de enfermedad, discapacidad y dependencia.
Bibliografía: Informe Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud, OMS, 2015. Hacia un envejecimiento activo y saludable, Info salud HA, 2018.
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