fbpx

Apaguemos las pantallas electrónicas y estimulemos el cerebro!

Foto propiedad de @guiasmedica

 

 

Dra. Erika Muñoz

Neuróloga Pediatra

Tel. 774-6600/04/05

 

Con el pasar de los años, es más frecuente en la consulta de neurología pediátrica, aquellos  padres que acuden preocupados por las diferentes desviaciones en la maduración motriz, cognitiva y del lenguaje, de sus hijos. Por otra parte,  los docentes nos refieren cada vez con mayor acierto, más niños con deficiencias en el aprendizaje escolar, problemas a nivel conductual y falencias en las habilidades de interacción social con otros niños.

 

Esto nos lleva a preguntarnos si el ambiente saturado de medios tecnológicos podría estar vinculado al  incremento significativo de los trastornos del neurodesarrollo en la población infantil. Estudios poblacionales, demuestran una clara asociación entre el tiempo excesivo de exposición a las pantallas electrónicas en la infancia temprana y los retrasos en las funciones cognitivas, del lenguaje, sociales y emocionales de los niños.

 

 

La genética juega un rol importante en el proceso de desarrollo cerebral, pero en la actualidad está demostrado, el impacto que tiene la pobre interacción VERBAL padre-hijo y la excesiva exposición del niño a medios electrónicos (TV, videos, computadoras, celulares, tabletas electrónicas, etc.), sobre el neurodesarrollo. Un niño menor de dos años no puede aprender palabras nuevas si sus padres no incorporan esas palabras en acciones de la vida diaria, es decir el proceso de transferencia de los  contenidos a una experiencia debe ser concreto en esta etapa. Una de las funciones cerebrales más compleja, el lenguaje, es ejemplo de ello. El óptimo desarrollo del lenguaje, es un indicador del establecimiento de las competencias cognitivas requeridas por el niño para un adecuado aprendizaje posterior.

 

Un dato estadístico interesante, en cuanto a factores ambientales con repercusión en el desarrollo lingüístico del que tenemos conocimiento, es como el nivel educacional de la madre es un fuerte predictor de retraso cognitivo, siendo las puntuaciones en evaluaciones cognitivas de hijos de madres con nivel educacional bajo, inferiores en relación a los hijos de madres con niveles educacionales más altos. Por otro lado, cuando el nivel educacional de ambos padres es bajo, el desarrollo del lenguaje se impacta en forma negativa (Prathanee, 2007).

 

 

Los medios audiovisuales siguen siendo factores de riesgo altamente asociados a desviaciones en el desarrollo, no sólo del lenguaje sino de otros aspectos del desarrollo, en niños menores de 5 años. Hoy en día, un niño está expuesto  en promedio, de 3-6 horas diarias a pantallas, mucho más de lo que invierte en cualquier otro tipo de actividad de interacción social, inclusive en algunos casos, hasta mucho más de las horas que duerme.  La Academia Americana de Pediatría (AAP) recomienda que el tiempo de exposición a medios electrónicos en niños no supere las 2 horas diarias, esto en base al tiempo que el niño debería dedicar a interactuar con sus padres y pares.

 

La exposición a las pantallas en niños menores de 2 años sólo estimula el canal visual a través de colores y movimientos, con la satisfacción engañosa de que el niño está “atento”, en decremento del estímulo lingüístico requerido en etapas tan cruciales.

 

Si recordamos que en los años setenta la edad promedio de inicio de exposición a la TV era a los 4 años y que actualmente esta edad es tan temprana como a los 5 meses, es preocupante, considerando que los niños expuestos por más de 2 horas a este medio antes del año de edad, tienen un riesgo 6 veces mayor de presentar un retardo en el lenguaje (Chonchaiya-Pruksanonda 2007).

Se plantean 3 mecanismos por los cuales, la TV y las pantallas electrónicas  tienen un efecto negativo sobre el desarrollo:

  1. Se reduce el tiempo de interacción padre-hijo (menos lectura, menos tiempo juego compartido).
  2. Afecta la normal evolutividad del juego al interferir en forma consistente con la atención al objeto de juego.
  3. Los cambios rápidos de luz en las imágenes tienen un efecto negativo en el desarrollo de las funciones ejecutivas como la atención, la resolución de problemas y el tiempo de espera.

 

 

Todo lo anteriormente planteado, nos lleva a concluir que la exposición del niño pequeño a los medios audiovisuales de forma indiscriminada y no supervisada  representa un problema de salud pública, que requiere de esfuerzos e intervenciones para optimizar un apropiado neurodesarrollo infantil.

 

Los niños expuestos a la TV antes de los 2 años, tienen 10 veces más probabilidades de presentar un retraso del lenguaje, y los expuestos por más de 2 horas al día, hasta 25 veces más.  

 

Nuestro trabajo como guardianes de la salud integral de la población infantil,  es crear una conciencia universal de que el aprendizaje a través del juego social y no estructurado (no digital) y de la interacción, fomenta el pensamiento creativo y flexible, así como las funciones ejecutivas esenciales para los posteriores logros a nivel escolar y adaptativo, tales como la permanencia en una tarea, el control de impulsos y la regulación emocional.

 

Por todo lo anterior, quedan más que sustentadas las actuales recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría en cuanto a la restricción total en la exposición a pantallas electrónicas para niños menores de 2 años. En el caso de niños entre 2 y 5 años, se recomienda limitar el tiempo a 1 hora por día y con contenidos de alta calidad educativa, así como invertir el mayor tiempo posible  en todas aquellas actividades que fomenten la salud, creatividad e ingenio de los niños.

 

 

 

Contactar por Whatsapp