Quizás Mario Benedetti lo describe mejor que yo en su poema “Flor de piel “ y nos menciona en uno de sus fragmentos:
“..esta piel de mis poros y mis alergias, esta piel de mis pecas y mis pecados, de mis lunares y cicatrices, de mis erizos y picazones”.
Todos quisiéramos conservar en nuestra piel la memoria de los momentos inolvidables, las muestras de afecto, las experiencias positivas, el calor de un abrazo, porque nuestra piel es un órgano que tiene memoria; sin embargo, quisiéramos borrar las marcas negativas que los años nos han dejado, para otros sería fundamental entrar en una cápsula del tiempo y conservar su aspecto de los mejores años.
Desearíamos borrar la memoria de los abusos que nuestra piel ha sufrido con el pasar del tiempo. Actualmente, la tendencia debe ser un punto de equilibrio entre lo natural, auténtico y disminuir expresiones y signos que nos hagan aparentar emociones negativas.
Antes de diseñar nuestra fórmula de restauración cutánea debemos esclarecer ciertos conceptos dermatológicos, ya que su conocimiento nos permitirá comprender claramente el enfoque de nuestros tratamientos.
El envejecimiento cutáneo está determinado por dos procesos: el envejecimiento intrínseco o nuestro “reloj biológico” y el envejecimiento extrínseco o fotoenvejecimiento, éste último es el resultado del grado de exposición a la radiación ultravioleta e infrarroja que hemos tenido.
Durante este proceso de envejecimiento tanto externo como interno se afectan diversas células y componentes de nuestra piel. Dentro de los componentes afectados podemos mencionar el colágeno.
El colágeno representa más del 80% del peso de la dermis y sufre un proceso de desorganización y reducción de su formación durante el envejecimiento, lo que contribuye a la flacidez, la aparición de arrugas y surcos. Estos hechos pueden traer como resultado que nuestra piel pierda su lozanía, homogeneidad de color, apariencia natural y saludable.
No podemos pasar por alto que además las hormonas guardan una relación muy estrecha con las características de nuestra piel. Los estrógenos son las hormonas esteroideas responsables de las características sexuales en niñas y mujeres, los cuales influyen en todos los sistemas de nuestro organismo.
La piel constituye el órgano no reproductivo más grande sobre el cual ejercen su efecto. El envejecimiento está asociado con la disminución de diferentes hormonas, donde podemos incluir el estrógeno. A pesar de que los efectos de los estrógenos en la piel no son del todo comprendidos, es claro que el descenso de sus niveles está relacionado con diversos cambios en la piel. Los estrógenos se sintetizan en el ovario durante el período de la premenopausia y en el tejido periférico en condiciones como trastornos ováricos, obesidad y estado postmenopausia.
Durante la menopausia podemos presentar resequedad, adelgazamiento de la piel, flacidez aparición de arrugas finas y enlentecimiento del proceso de cicatrización.
En la actualidad se dirigen diversos estudios genéticos para encontrar los perfiles genéticos asociados a mujeres mayores con pieles de aspecto juvenil. Estas investigaciones buscan encontrar productos tópicos y orales que retrasen el envejecimiento.
Debemos tener en cuenta todos los factores antes mencionados, desde nuestro reloj cronológico, los daños ocasionados por factores ambientales como la exposición solar , los efectos secundarios a los cambios hormonales a los que estamos propensas a lo largo de la vida y nuestro estilo de vida en lo que se incluye alimentación y práctica de actividades al aire libre.
Para diseñar un plan de restauración cutánea debe consultar sobre las opciones de tratamientos dermatológicos disponibles y los cuidados de piel que debe seguir simultáneamente, de acuerdo al tipo de piel, condiciones dermatológicas asociadas, comorbilidades y estilo de vida.
Entre las opciones de tratamientos dermatológicos disponibles, existen un sin número de técnicas y procedimientos cuya finalidad es encontrar los mejores resultados con métodos no invasivos y recuperación inmediata.
Entre estos tratamientos podemos mencionar el fotorejuvenecimiento, la radiofrecuencia, la micropunción o microneedling, el ultrasonido focalizado, el uso de toxina botulínica y ácido hialurónico.
El fotorejuvenecimiento incluye diversas técnicas que comprenden el uso de energía lumínica para aplicar tratamientos de luz intensa pulsada, láseres ablativos y no ablativos a través de los cuales se ejerce un efecto a nivel de la dermis para promover la formación de colágeno.
Es de suma importancia escoger el tipo de tratamiento apropiado para cada tipo de piel y de esta forma evitar efectos no deseados. En la actualidad, buscamos procedimientos que ofrezcan al paciente tiempos de recuperación inmediata sin afección de sus labores cotidianas.
La radiofrecuencia es una técnica que involucra el uso de energía calórica a una temperatura controlada actuando a nivel de la dermis, por lo que realiza un efecto de reorganización y reordenamiento de los haces de colágeno; dando como resultado el tensado de la zona tratada. Además de la formación de nuevo colágeno a largo plazo.
El ultrasonido focalizado es una técnica que permite coagulación térmica selectiva a la profundidad deseada, promoviendo contracción de tejido, formación de nuevo tejido y remodelación de colágeno.
La micropunción (microneedling) es una modalidad de tratamiento que incluye una punta con finas agujas que se aplican sobre la piel, creando múltiples puntos de punción que generan una respuesta que permite la subsecuente formación de elastina y colágeno.
Esta técnica se emplea para aumentar la penetración de productos a través del estrato córneo. Además existen técnicas tradicionales como la microdermabrasión y los peeling químicos con los cuales existe un mayor riesgo de pigmentación y recuperación prolongada en caso de no ser escogidos y aplicados adecuadamente.
Dentro de los productos dermatológicos que deben incluirse para restaurar la piel y mantener un aspecto saludable y natural, podemos mencionar: factores de crecimiento, antioxidantes y protectores solares adecuados para cada tipo de piel.
Los factores de crecimiento tienen la capacidad de inducir regeneración y proliferación cutánea por lo que promueven la disminución de los signos de envejecimiento cutáneo como líneas de expresión acentuadas, flacidez y adelgazamiento de la piel.
El protector solar debe incluir un amplio espectro de radiación UVB y UVA, factor de protección solar de 30 a 50 según las condiciones dermatológicas asociadas y el tipo de piel. La eficacia del protector solar depende del tipo de filtro orgánico o inorgánico, la fotoestabilidad y el factor de protección solar. La incorporación de antioxidantes aumenta la protección contra la radiación ultravioleta.
Dentro de los antioxidantes tópicos podemos mencionar vitamina C, vitamina E, vitamina A, selenium, polifenoles de té verde, isoflavonas, ácido cafeico (ácido ferúlico), extracto de Polypodium leucotomos, pycnogenol y resveratrol. Actualmente, el uso de vitaminas para prevenir el fotoenvejecimiento requiere de mayores investigaciones. La evidencia actual demuestra los beneficios de los retinoides tópicos, la vitamina C, B3 (niacinamida) y E en el tratamiento o prevención del fotoenvejecimiento.
El paso del tiempo puede dejar huellas en nuestro único vestido, la piel. Pero que las huellas sean de expresiones positivas, naturales y reales. Más allá de la piel, soy libre y auténtica. Si requiere de un asesoramiento profesional de restauración cutánea para lograr mantenerse con una piel de aspecto juvenil a través de los años, sin perder su autenticidad, consulte a su asesor experto en piel, su dermatólogo de confianza.
Por la Dra. Karen Zapata
Especialista en Dermatología
Provincia de Chiriquí
Tel. 777-8091. Cel.6554-9475
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